No sólo en el cine hay actores, y no sólo en la gran pantalla se reparten guiones. A las personas incluso antes de nacer se nos reparten cuanto menos unas expectativas y un nombre simbólico lleno de matices que influyen en como nos percibimos en mundo.

Cuando somos niños, para aprender a movernos por el mundo, necesitamos reglas y éstas nos las proporcionan nuestros cuidadores. Pero no todas las reglas son igual de sanas. Si estás reglas son muy rígidas, o están a merced de los miedos de los propios padres, se convertirán en guiones que más tarde, cuando la persona vaya creciendo coartará de manera inconsciente su libertad. Os pongo un ejemplo simple:
Imagínate un niño con 5 años que está jugando al escondite y siempre pierde porque sus amigos hacen trampa. Se enfada mucho, siente rabia y manifiesta una pataleta. Ahí llegan los padres, molestos por la reacción del hijo, en vez de validar y regular al niño con compresión, censuran su conducta, le regañan diciéndole que no se ponga así, que pida perdón y le retiran después la atención. Ese niño aprende una regla “No puedo sentir rabia”. Como no puede sentir rabia, porque sino es castigado, el niño la próxima vez que vive una injusticia, se va a un rincón a llorar, manifiesta tristeza, los padres conmovidos por las lágrimas, llegan a consolarle, le atienden y le dan cariño. Ese niño aprenderá una nueva regla: “en situaciones injustas debo sentir tristeza”.
Sin darnos cuenta estos padres han sembrado en el inconsciente de esa persona un guión que estará regido por una actitud victimista ante las injusticias de la vida.
Toda emoción es valiosa, si se entiende y se sabe regular, incluso la rabia nos lleva a movilizarnos para acabar con las injusticias de una manera activa.
Lo mismo sucede con el guión de los hombres a los cuales se les ha censurado llorar, el guión de las mujeres que se les ha censurado si no están perfectas o si no tienen pareja.
La terapia ayuda a localizar cuales son los guiones rígidos inconscientes que interiorizamos a lo largo de nuestra vida y que a día de hoy nos llevan una y otra vez a un bucle de infelicidad. ¿Nunca te has preguntado por qué una y otra vez te sucede lo mismo, por qué hay un patrón de sufrimiento que parece que no puedas evitar?.
De ahí surge el “YO es que soy así….” La justificación de nuestro propio EGO confuso. Eres así porque un día aceptaste ciertas reglas del juego, las asumiste para adaptarte al mundo y hoy piensas que ese es tu rol, que ese es tu guión.
La terapia te ayuda no sólo a darte cuenta de ellos, sino a reescribir otro final distinto para tu guión de vida.