Cada 40 segundos una persona se quita la vida. El suicio es un problema mundial que cada año es responsable de 800.000 muertes. Personas con trastornos mentales, otras con problemas sociales o de exclusión, económicos, amorosos… No hay una causa única ni tampoco un grupo especialmente afectado. Países ricos y pobres se enfrentan a un grave problema de salud pública que se puede prevenir.
En España se producen unos 10 suicidios diarios. Por cada muerte hay entre 10 y 20 tentativas de suicidio. Sin embargo, la percepción que se tiene sobre este hecho es que es un problema mucho menor que el de los accidentes de tráfico.
El impacto del suicidio en las familias, amigos y comunidades es devastador y de amplio alcance . Aún así, no suele ser una prioridad para las políticas de salud pública tratar el tema. A pesar del incremento en investigación y conocimiento sobre este problema y su prevención, el tabú y el estigma a su alrededor persiste y con frecuencia las personas no buscan ayuda por sí solas. Y si lo hacen, muchos sistemas sanitarios fallan en ofrecer eficazmente y a tiempo la ayuda.
Prevenir el suicidio
Hoy, con motivo del día mundial para la prevención del suicidio, queremos poner a vuestra disposición algunas pinceladas que os permitan identificar cuando alguien podría encontrarse en situación de peligro.
La evidencia nos dice que es rara la vez que alguien decide suicidarse sin pensarlo de antemano. Durante las horas y los días antes de que una persona se quite la vida, generalmente hay signos y advertencias. Los signos más fuertes e inquietantes son verbales – “no puedo seguir adelante”, “ya nada me importa” o incluso “estoy pensando en acabar con todo”. Los comentarios de esta índole hay que tomarlos siempre en serio.
Otras advertencias comunes incluyen: estado de depresión o abandono, comportamiento temerario, poner orden en los asuntos y regalar posesiones de valor, un cambio radical en el comportamiento, actitud o apariencia, abuso de sustancias como drogas o alcohol y sufrir una pérdida importante o cambio de vida. Son algunos ejemplos que pueden ponernos sobre aviso de que alguien esté contemplando quitarse la vida. Naturalmente, en la mayoría de los casos estas situaciones no terminan así. Sin embargo, generalmente, cuanto más señales da una persona, mayor suele ser el riesgo.
¿Cómo podemos ayudar a quién se encuentra en esta situación?
Lo más importante: pide ayuda a un profesional. Si el riesgo es inminente, llama a los servicios de emergencia y no dejes a la persona sola.
Una vez que la persona esté en manos profesionales, tú también puedes ayudarle como familiar/amigo/vecino, etc. ¿Cómo?:
Calla y escucha. Si alguien se encuentra en estado deprimido o al borde del suicidio, nuestra respuesta inmediata es la de ayudar. Ofrecemos consejos, intercambiamos nuestra propia experiencia, intentamos buscar soluciones. En este caso, lo mejor sería dejarle al otro el espacio para que sean ellos los que hablen y nosotros los que escuchemos. Las personas que están pensando en suicidarse no quieren oír respuestas o soluciones. Buscan un refugio donde poder expresar sus temores y preocupaciones, para ser ellos mismos.
El escuchar de verdad no es fácil. Tenemos que controlar el deseo de decir algo, hacer un comentario, ampliar un relato u ofrecer consejos. Necesitamos escuchar no solo los hechos que nos está contando dicha persona, sino también entender los sentimientos que han dado lugar a los mismos. Necesitamos comprender los acontecimientos desde su punto de vista, no del nuestro. A continuación se detallan algunos puntos que se deben tener en cuenta si se está ayudando a una persona que está a punto de quitarse la vida.
¿Qué necesitan las personas al borde del suicidio?
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Que alguien les escuche. Alguien que sinceramente dedique su tiempo para escucharles. Alguien que no juzgue, ni aconseje, ni dé opiniones, sino que ponga toda su atención en escuchar.
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Alguien en quién confiar. Alguien que les respete y no intente tomar la iniciativa. Alguien que trate todo con una discreción absoluta.
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Alguien que se preocupe. Alguien que se ponga a su disposición, tranquilizándoles y hablando con calma. Alguien que asegure, acepte y crea. Alguien que diga “te entiendo”.
¿Que es lo que no necesitan las personas al borde del suicidio?
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Quedarse solos. El ser rechazados parece aumentar diez veces más el problema. El tener a alguien en quien confiar hace toda la diferencia.
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Recibir consejos. Los sermones no ayudan. Tampoco ayuda la sugerencia de “anímate” o asegurarles que “todo saldrá bien”. No analices, compares, califiques o critiques.
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Ser interrogados. No cambies de tema, no compadezcas o condesciendas. El hablar de los sentimientos es difícil. Las personas al borde del suicidio no quieren ser apuradas o tener necesidad de defenderse.
Ana Córdoba, psicóloga.
“Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo. No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener la caída de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad”.
Paul Auster.