Hay veces que por H o por B no puedo realizar meditación formal (esterilla y cojín), son pocas veces las que se amontonan días sin mi práctica, pero cuando sucede, se da un efecto paradójico, aprendo mucho más de mi misma, de mi proceso y de los espacios internos a los que la meditación formal me permite acceder.
Teniendo en cuenta que las emociones tienen un marcador somático, el idioma que utiliza para comunicarme mi cuerpo la ausencia de 5 días sin práctica, se traducen en lo siguiente:
- La espalda me manda señales de cierre, pinchazos y aparatosidad.
- Las piernas las siento cargadas, sosteniendo un peso que no les pertenece, las articuladiciones de las rodillas se relacionan con fricción.
- Los músculos y ligamentos se acortan y en los brazos esa incómoda sensación no me permite relacionarme con espaciosidad en el mundo.
- El pecho se contrae, siento como se cierra una puerta, donde hace 5 días el tórax se abría como un girasol buscando el sol, después de 5 sin mover conscientemente el cuerpo, mi pecho se repliega, huyendo de no sabe muy bien qué.
- La respiración, el puente de unión entre cuerpo y mente, pierde el ritmo coordinado y la mente no le regala la conciencia plena que se merece, el puente se tuerce y me noto más agitada emocionalmente.
- La mente se asusta más y se encripta en el migratorio piloto automático que se activa cuando estamos al mismo tiempo, en todos y en ningún lugar.
Llega el 6º día y por fin le hago un lugar al presente, tiendo la esterilla, coloco cerca también el zafú (cojín de meditación) y como por arte de práctica, me enraizo casi sin esfuerzo al suelo del aquí y del ahora:
- Voy notando en cada movimiento coordinado y guiado por cada inhalación y exhalación que mi espalda se descontractura.
- Mis piernas sueltan la presión de la carga impuesta.
- Las estructuras se alargan y la longitud de los brazos crecen como lo hacen los que piden y merecen se abrazados.
- Mi pecho se abre, aparece incluso una señal acústica corporal, suena varias veces en extensión un “clack ” y así voy irguiendo y expandiendo la voluntad de la acción y el afecto sereno.
- Mi respiración es atendida y ella, de naturaleza agradecida, se acopla a un ritmo que me equilibra: Inhala/Exhala/Inhala/Exhala/In/Ex/In/Ex/ dentro/fuera.
- Conecto y observo el espacio de la mente, mi foco atencional se queda quieto en el presente, y en el presente suceden y se mueven muchas cosas:
“Qué bien me sienta esto!”: “Inhalo/ Exhalo”.
El ego que le acompaña: “ Voy mejorando, he conseguido sostener una postura complicada”: “In/Ex”.
“Ojalá encuentre trabajo mi amiga pronto..” “Inhalo y exhalo”.
“Tengo que leer este artículo, eso me recuerda…que también tengo que llamar a varios pacientes”: “In/Ex”.
“Joder, el gato haciéndose las uñas en la esterilla ¿le regaño?”: “Inhalo/Exhalo”.
“¡Cómo me pica el pie, que pase por favor!”: “In/Ex”.
“Ay la lluvia…. Me encanta el sonido de la lluvia”: “Inhalo hacia adentro/Exhalo hacia fuera”.
“¿Qué hora será? Tengo hambre”: ” Inhalo/ Exhalo”.
¡Qué frío, tenía que haber cogido la manta”: “In/Ex”.
El sonido del programa de cotilleo de la vecina “que Marujilla es”: Inhalo/Exhalo”.
“Pero Gema, ¿por qué demonios juzgas?”: “Inhalo/Exhalo”.
“Bueno, no añadas juicio al juicio, ACEPTA”: “Dentro/Fuera”.
Nero, mi gato, me muerde sin daño el pie y abro lentamente los ojos, me ha traído un ratón de plástico y me doy cuenta que quiere jugar, me siento más preparada que nunca para saborear esta oportunidad que se me presenta. La meditación continua mezclada Ahora con la vida. Inhalo/ Exhalo y juego con Nero.
En la meditación uno se da cuenta de que ni los problemas, pensamientos y emociones cesan, sólo abandonamos la inconsciencia que los acompañan. El saberse observador/a permite reconocer y relacionarse con las diferentes partes de nosotros mismos (incluso con las que menos nos gustan) de una manera más sana. Esa es la magia.